06 Ago Inhumanos
Hace poco tiempo tuvimos el honor de ser una familia de acogida de dos hermosas bebes.
Compartimos su vida durante un año completo.
Estuvimos en nuestra casa que fue de ellas. Fuimos al cine, la calesita, combinamos masas multicolores en formas de larguísimas lombrices y tortas verdaderas que terminaron no cocidas pero riquísimas de sonrisas y complicidades.
Dormimos y nos desvelamos con sus fiebres y llantos ahogados de vidas pasadas ultrajadas por la violencia y el espanto.
Aprendimos a descifrar y reírnos de los neologismos de sus nuevas palabras: “No Tero, Yo Tola”. Recorrimos cuentos infantiles que ensayaron rápidamente de memoria y adoptamos su himno el payaso Plin Plin para siempre.
Las acompañamos a comprar ropa ante la mirada incrédula de las vendedoras sorprendidas al ver como elegían colores y modelos. Coquetísimas.
Festejamos todos los cumpleaños hasta nos tocó el casamiento de Naty y Agu ese año.
También paseamos a caballo, no me puedo olvidar de eso, fue muy importante.
Las adoramos. Nos adoraron.
I y F tenían 1 y 2 años cuando llegaron en diciembre de 2017 y todavía hoy siguen en nuestros corazones.
Cuando nos quedábamos solas, charla entre mujeres, contaban su vida antes de vivir en el hogar de niños. La mayor de ellas recordaba con detalle, a su mamá y a un “papá malo” que las había dañado a las tres, además recordaba tomar jugo y mate con “ su mamá” y una infinita suma de memorias fragmentarias que se quedan en la piel para siempre.
A las nenas las adoptaron en diciembre de 2019, de una semana a la otra, con una rapidez inusitada. Primero nos pusimos contentos, muy contentos se habían salvado, tendrían una familia para siempre, pero después vimos como el sistema las abandonaba, como quien acomoda paquetes en una estantería y se retira sin mirar atrás.
De su vida fueron arrancadas todas las personas que convivieron con ellas, desde los niños y niñas del hogar, las cuidadoras y por supuesto nosotros toda una familia. Nos pusimos en contacto con la familia que recibió su guarda, pero rápidamente dejaron de contestarnos, les advertimos acerca del avasallamiento de la subjetividad sino se respeta la pequeña- gran historia infantil. No les importó nada. Nada de nada.
Inhumanos.
Un juez amigo al que solicitamos asesoramiento me dijo “todavía la adopción sigue siendo la búsqueda del niño que no se pudo tener” en algunos casos resulta así y se borra por completo el pasado de niños y niñas tratando de construir un niño/a “Nuevo” que “Sea” de esa familia, una operación nietzscheana que solo puede traer dolor.L
Los niños no son de nadie. Son de ellos mismos.
Ojalá los adoptantes hubiesen respetado sus derechos, poniéndose en su lugar, ojalá el sistema no las hubiese abandonado, en manos de quienes nos las consideran humanas como para respetar su historia y sus vínculos y solo buscan un resarcimiento narcisista a sus propias heridas.
Ojalá la adopción fuese buscar una familia para los niños y no al revés.
Por lo demás aquí, al mismo tiempo que presentaciones judiciales, quedamos guardianes de sus fotos y sus anécdotas para que cuando sea el momento, recuperen parte de su historia, que no es más ni menos que la construcción de su identidad.
Fragmento del libro “La Voz de Lxs Chicxs” Capitulo: La necesidad de una tribu. Sonia Almada 2019.
En este texto y todos los del libro se utiliza el género gramatical masculino para referirse a los niños.Esta elección responde a una estrategia ante las dificultades de lectura y escritura. Este camino no pretende desconocer el carácter opresivo del lenguaje y la necesidad de su intervención desde las problemáticas planteadas por el feminismo.